¿Te has planteado en dónde, quién, cómo ponemos nuestro corazón? Los deportistas y artistas nos hacen disfrutar con su trabajo. Pero algunas personas los ensalzan de tal manera que terminan siendo endiosados. Por otro lado, el dinero, la fama o el poder se han convertido también en objetos de culto, pero son efímeros, no aportan nada duradero.
Tener fe en Dios no nos dará la seguridad de que en toda nuestra vida vayan a abundar la riqueza, la salud o la alegría. Pero sí garantiza poder llevar una existencia con sentido que nos haga reflexionar ante los acontecimientos y descubrir en ellos el camino de nuestra aceptación.
Los creyentes, de cualquier religión, ponen su confianza en Dios sabiendo que, aunque a veces no lo sientan, está ahí y no les va a fallar. Algunos llegan a opinar que el cristianismo es una mezcla de tres dioses, pero se confunden. Nosotros, los cristianos creemos en un único Dios que a lo largo de la historia de la humanidad se nos ha ido revelando progresivamente como Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esto es lo que afirmamos cuando hacemos la señal de la Cruz, por eso ponemos nuestro corazón en la Santísima Trinidad, una comunidad de amor que nos enseña cómo relacionarnos con los demás.
Dios Padre
A lo largo de todo el Antiguo Testamento, los autores nos dan pinceladas de quién es Dios, a través de frases que no aclaran mucho como «Yo soy el que soy». Dejan entrever algo, pero sin desvelarlo totalmente.
Sabemos mucho más a través de Jesús, que llama a Dios Padre con un término arameo, Abbá (papaíto). Este término muestra la confianza y la profunda e íntima relación que tiene con Él. Además, Jesús nos enseña una oración, el Padre nuestro, con la que nos indica que Dios es, también, nuestro Abbá.
Dios Hijo
Como narra el Nuevo Testamento, Dios se ha revelado a través de la vida de Jesús en nuestra historia, mostrándose como Hijo.
En los Evangelios encontramos que el centro de la experiencia de Jesús es la relación Intima que tiene con el Padre. En ellos, Él se muestra como Dios hecho Hombre e irrumpe en la cotidianidad de las personas para que estas tengan una vida llena de esperanza y libertad si se sigue el estilo de vida que nos enseñó.
Dios Espíritu Santo
El Espíritu Santo ha estado en todo momento presente en la historia de la salvación. Ya desde los relatos de la Creación se dice que Dios insufla su aliento (espíritu) en nosotros para que tengamos vida. Más tarde, san Juan el Bautista da testimonio de Jesús y del Espíritu Santo. Nos dice que es Jesús quien va a realizar un nuevo Bautismo, pero no con agua, sino con el Espíritu Santo. Este nos empapará desde dentro y será quien nos mueva a anunciar la Buena Noticia. El Espíritu está presente en toda la vida de Jesús. Antes de la Resurrección, Jesús promete que no nos dejará solas que, como Hijo, Él se va, pero enviará a su Espíritu para que esté con nosotros hasta el fin de los tiempos.
Este Espíritu llegó a nosotros el día de Pentecostés, cincuenta días después de la Resurrección. Es el encargado de impulsarnos a vivir el Evangelio mostrándonos que un mundo mejor es posible. Él es quien hace presente y visible a Dios en el mundo a través de la comunidad cristiana.