GRACIAS, SEÑOR
PUNTO DE PARTIDA
- ¿Crees que es importante lo que Mufasa le dice a Simba? ¿Por qué?
- ¿Qué cosas te dificultan el ser realmente tú?
¿Quién escribe este texto?
Este texto, que se encuentra en el Antiguo Testamento, pertenece al libro de Jeremías. Cuenta de él que era joven, tímido, solidario con su gente y valiente en cuanto que era capaz de denunciar las injusticias de los dirigentes de su pueblo.
Narra su biografía, profecías y reflexiones más íntimas que le llevan a confiar en Dios.
¿A quién va destinado?
A los habitantes del pueblo de Israel, para que se arrepientan de las malas conductas y se vuelvan a acercar a Dios.
¿Cuándo se compuso este texto? Alrededor del año 580 antes de Cristo.
Otros datos
Oráculo en la Biblia significa "palabra" y se utilizaba para reforzar lo que había dicho Dios.
Los profetas son hombres y mujeres que buscan el bien de las personas y les dicen de parte de Dios qué deben hacer para alcanzarlo.
En la Biblia encontramos profetas mayores y menores, denominados así por la extensión de su obra. Jeremías pertenece al grupo de los profetas mayores.
Él sufría al ver cómo las personas desobedecían a Dios. Por eso, explica que Dios se dirige a los que sí lo escuchan: los pobres y necesitados. Esto hizo que tu- viera fuerzas para denunciar todo tipo de injusticias y anunciar la esperanza de que llegará un Mesías que salvará al pueblo.
¿Qué nos dice este texto?
El relato narra la vocación de Jeremías, es decir, cuenta cómo Dios lo llamó para convertirlo en su profeta, en su servidor y mensajero para el resto de la humanidad. Es el Señor el que lo ha querido y buscado desde antes de que naciera, <<antes de formarse en el vientre de su madre>>. Pero Jeremías se ve inmaduro y sin saber cómo hablar en algunas ocasiones. Dios le aconseja que no tema ni se sienta esclavo de sus miedos, porque no va a estar solo, el Señor estará con él para indicarle lo que tiene que decir en cada momento. La vocación que recibe Jeremías va a suponer un cambio en su vida y, a la vez, un cambio en los que lo escuchen.
El texto recoge un testimonio muy representativo que vuelve a aparecer en los Evangelios. Relata que «Dios extendió su mano y le tocó la boca», y con este gesto lo hace sagrado y confirma que sus labios dirán lo que Dios quiere que diga.
El término conocer, en los relatos bíblicos que narran una vocación, indica además de la capacidad intelectual, una relación personal de aceptación, cercanía y cariño entre Dios y la persona a la que se dirige. En este caso, Jeremías, a pesar de las dificultades que encuentra para llevar a cabo su misión, confía en Dios, prestando atención a sus palabras y dejando que estas lleguen hasta el corazón, Gracias a este diálogo basado en la escucha, él va a reconocer la vocación a la que ha sido llamado.
¿Sabéis qué simboliza el almendro en la Biblia? Por ser uno de los primeros árboles que florecen en las regiones mediterráneas, el almendro se convirtió en símbolo de la vigilancia.
En el último versículo de este texto, Dios le dice a Jeremías: <<Bien visto, porque yo velo para cumplir mi palabra». Dios mismo es ese centinela, el que está vigilante para socorrer a quien le sigue.
Esto nos enseña que el Señor nos ha elegido como hijas e hijos suyos antes de nacer. Por eso sale a nuestro encuentro, porque, si confiamos en Él, siempre estará a nuestro lado ayudándonos en lo que necesitemos. A veces, incluso a comprender y reinterpretar los duros golpes que da la vida.
Reconocer a Dios en nuestra vida
El regalo de la Creación no solo se limita al mundo natural. Personas, acontecimientos, todo cabe dentro de su envoltorio; somos criaturas de Dios, hemos sido creados por Él. Por eso reflexionar sobre lo que hemos vivido nos ayuda a descubrir a Dios en cada momento, siempre que lo hagamos con los ojos de la fe. Algunas personas creen que nuestro futuro está escrito en algún sitio. Para los cristianos católicos el destino no existe, Dios nos quiere tanto que nos da la capacidad de elegir. Y las decisiones que to- memos irán conformando nuestra vida.
Dios, fuente de respuestas
El creyente descubre a Dios en los encuentros cotidianos con el mundo y con el resto de los seres que le rodean. Es una experiencia que surge de la necesidad de dar un sentido a la vida.
Dios se revela al mundo, se da a conocer a través de las distintas vivencias que tiene el ser humano. Estas vivencias brotan de realidades que sirven de mediaciones, abarcando la totalidad de la persona y condicionando su forma de pensar, actuar y vivir.
La fidelidad a la comunicación de Dios
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Si una persona no quiere oír,por mucho que Dios se esfuerce, no lo escuchará. |
A través de los profetas, Dios se comunicaba con su pueblo y le revelaba su divinidad. A veces con un mensaje cariñoso, otras de enfado por una mala conducta de las personas. Esto nos dice que Dios es un padre atento a sus hijas e hijos. Poco a poco se mostró a su pueblo, y este tuvo que aprender quién era Dios, a la vez que descubrían quiénes eran ellos mismos.
Dios se comunica, se acerca a la humanidad y esto es lo que hace que las personas también se acerquen a una amistad e intimidad con Él, invitándolos a abandonar la pasividad para entrar en relación con este Dios.
De esta manera, nosotros también somos un instrumento del Señor para con sus semejantes. Un ejemplo de esto es cuando animamos a otra persona con un gesto o una palabra, porque la estamos ayudando a salir de la oscuridad que la envuelve.
Para estar atentos a las necesidades de los demás hay que saber escuchar. Pero ¿cómo lo hacemos? No se trata solo de identificar sonidos con palabras, sino que debemos dejar que el mensaje transmitido entre en nosotros para entenderlo.
Y la condición indispensable es querer escucharlo y hacer un esfuerzo por comprenderlo, dejar que las palabras lleguen a nuestro corazón. Muchas personas nos pueden hablar de Dios, pero si nosotros no queremos prestarle atención no permitiremos que ese mensaje nos llegue.
En ocasiones, cuando nuestro profesor o profesora está explicándonos un tema en clase, lo oímos, pero hay veces que no lo estamos escuchando. Esto se llama falsa escucha: simulamos hacerlo, pero no captamos el mensaje.
También podemos experimentar el caso contrario: hablar y que nadie nos preste atención, por lo que no somos escuchados.
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- ¿Qué es escuchar?
Estar disponibles
Para escuchar a Dios debemos estar atentos a los detalles y ejercitar la reflexión. Así abandonaremos lo superficial y encontraremos el sentido a su mensaje.
Muchos de nuestras santas y santos de la Iglesia han descrito métodos que nos ayudan a reflexionar. Es imprescindible alejarnos de ruidos que nos distraigan, tranquilizar nuestro cuerpo con algún ejercicio de relajación e interiorizar las palabras que hemos recibido.
Para tener una verdadera escucha necesitamos seguir varias fases:
- Atender. Esto nos hace ser conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor para centrarnos en lo que importa.
- Permanecer. Cuando se habla con alguien no se puede estar pensando en otras cosas, sino que se debe transmitir confianza para poder dialogar sin miedo y con tranquilidad. Dios permanece a la escucha, atento, generando confianza para que le podamos expresar lo que realmente sentimos.
- Responder. Si hemos estado atentos a los detalles de la conversación, sabremos responder a lo que se nos proponga y es- taremos abiertos a nuevas ideas. Hay que tener en cuenta que no solo se habla con palabras; también se expresan sentimientos y estados de ánimo con los gestos, el tono de voz o la expresión facial. Mediante la observación sabremos si la persona está preocupada, alegre o triste. Y tendremos que prestar atención, sin juzgar, sin prejuicio. Es la manera de que las relaciones entre las personas resulten más duraderas, porque están fundamentadas en la verdad y el respeto. Así nos escucha Dios.
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