3º E.S.O.

CON NUEVOS OJOS






¿Hacia dónde caminamos?

-El sentido de mi vida es el Señor. Y haberme hecho cura. Es ahí donde encontré todo su sentido. (Italia)

-¿El sentido de la vida? Limpiar y sacar brillo a tu alma. (Japón)

-El sentido de la vida es el amor. Es la única palabra que comprende todos los principios, todas las morales y que puede conducirnos a definir el sentido de la vida. Amor y vida son indisociables. (Yemen)

-Esta vida tiene dos puertas. Por una entras y por la otra sales. Una persona inteligente se va por la puerta de salida con los bolsillos llenos. Quien se comporte correctamente será recompensado e irá al paraíso. Debemos sufrir toda la vida para aprovechar la siguiente en el paraíso. (Egipto)

-El sentido de la vida es buscar lo que hay en ti. ¿Qué haces como creador que eres? ¿Estás aquí solo para comer y tener hijos? ¡Ah, no! Eres un pedacito de Dios. ¿Qué aportas aquí abajo? (Rumanía)

-La vida es un olor. La vida son colores. La vida es un cuadro. El nacimiento de un niño es vida. El cambio de estaciones es vida. Para mí, la vida tiene en sí misma su propio sentido. En la palabra vida hay vida. (Israel)

Documental Sentido de la vida del proyecto 7 mil millones de otros, Fundación Good Planet, 2011


INTERPRETA DESDE LA BIBLIA





¿Quién escribe este texto?

Un discípulo de Pedro, llamado Juan Marcos, que no es otro que el evangelista san Marcos.

¿A quién va destinado?

A comunidades cristianas que estaban siendo perseguidas por su fe.

¿Cuándo se compuso este texto?

Es el evangelio más antiguo escrito, concretamente entre los años 65-70 d. C. A finales del siglo xx, se encontró un papiro que permitió a los historiadores, en especial al jesuita español José O'Callaghan, datar su escritura pocos años después de la muerte de Jesús.

Otros datos

La intención de este evangelio es mostrarnos quien es Jesús de Nazaret y la reacción que provocó entre los que lo conocieron para que nos sirva de testimonio. Para comprender bien este texto debemos tener presente que se escribe bajo la experiencia de la resurrección, por ello describe este relato de la vida de Jesús como una Buena Noticia (Evangelio).

¿Qué nos dice este texto?

Este texto presenta a un joven piadoso y de buena voluntad que quiere ser discípulo de Jesús y sale a buscarlo, al contrario de lo que hemos visto en otros textos, en que es Jesús quien toma la iniciativa.

San Marcos quiere dejar claro que no por propia voluntad la persona se podrá salvar si esta no se deja modelar por Dios.

Jesús no se opone a que le siga el que quiera; solo le pide al joven que sea fiel a su mensaje. Él primero la acepta sin ningún tipo de reproche, lo acepta y lo ama tal cual es, y por último le dice lo que le falta. Le hace ver que la felicidad no se consigue acumulando posesiones ni realizando prácticas religiosas, sino liberándose de todo lo que le ata y esclaviza. No obstante, esta respuesta no siempre puede ser acogida y aceptada por el oyente, el joven rico «frunció el ceño y se marchó triste». El proyecto de vida basado en el amor que le ofrece no tiene respuesta.

El seguimiento a Jesús implica convertirse, abandonar una vieja forma de ser para llegar a una vida sin ataduras y en libertad, una vida con sentido y felicidad. Para esto hace falta que la fe sea verdadera. Este pasaje no solo quiere mostrar la negativa al seguimiento, sino dos cosas muy importantes. Primero, que para ser felices no podemos dejarnos llevar por las modas, por el consumismo o la avaricia. Y segundo, es una llamada de atención para que no olvidemos al prójimo y sus necesidades. Este mundo es responsabilidad de todos y, por ello, no debemos contribuir a favorecer las injusticias y las desigualdades. No podemos decir «creo y quiero el amor y la fraternidad» y después actuar de forma egoísta. Dejarse guiar por Dios es lo que da sentido a nuestra religiosidad.


En continuo crecimiento

La vida como proyecto personal


Nuestra felicidad depende de encontrar
el equilibrio entre la razón y las emociones
Los seres humanos nos percibimos a nosotros mismos como seres abiertos, en construcción. A lo largo de nuestra vida nos formulamos una serie de preguntas cuyas respuestas cambiarán según la etapa en la que nos encontremos. Debemos reflexionar sobre la trayectoria seguida hasta ese momento, para reafirmar o corregir la dirección a seguir.

En la sociedad actual, marcada por el pluralismo de opciones vitales, resulta más necesaria que nunca la tarea de considerar unas convicciones y actitudes acordes con nuestro parecer. En esta búsqueda nos acompañan todos los que, como nosotros, quieren hallar una finalidad a su existencia.

Para que nuestra vida tenga sentido, debemos reflexionar sobre ella y descubrir los aciertos y fracasos que cometemos, nuestras coherencias y contradicciones. Tan solo desde el conocimiento personal, y a través del discernimiento, podremos orientar el rumbo que queremos tomar.

Como cristianos debemos dar un paso más. Nuestra religión consiste en seguir a Cristo resucitado en la Iglesia. Esto requiere iniciar un camino que se ha de convertir en el objeto de toda una vida y que no se puede dejar al azar. Este proyecto debe estar sujeto por sólidos cimientos para alcanzar su finalidad: realizarnos plenamente en la persona de Jesús.

Transforma nuestras vidas

El seguimiento a Jesucristo debe transformar nuestras vidas, haciéndolas cada vez más semejantes a la de Él. En esta consiste la conversión a la que Dios nos invita, es decir, Él renueva nuestra vida y nos mueve a ver, con ojos nuevos, el mundo, la historia, la realidad, las personas... San Pablo, según narra el libro de las Hechos de los Apóstoles, nos enseña cuáles son los dos elementos fundamentales de esta renovación: el regreso a Dios y el cambio del modo de vida.

El regreso a Dios conlleva reconocer que nos hemos separado de Él y solo podremos volver aceptando nuestros fallos. Implica cambiar la mentalidad que se tiene para alejarse de aquello que nos impide ser libres y felices. Jesús nos enseña cómo vivir y el camino que debemos tomar para alcanzar el proyecto que Dios tiene pensado para todos nosotros. Nos muestra una nueva forma de vida plena que consiste en conocernos, aceptarnos y amar al prójimo y a la Creación. Si no nos queremos a nosotros mismos, no podemos querer a los demás. Y no podemos amar a Dios si no queremos a nuestras hermanas y hermanos.

En la primera carta de san Juan encontramos una síntesis de todo esto que nos puede ayudar a entenderlo mejor: "Si alguno dice "amo a Dios" y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ves" (1 Jn 4, 20).

El deseo sincero de Dios nos lleva a evitar el mal y a hacer el bien. Esta conversión del corazón es ante todo un don gratuito de Dios, que nos ha creado para sí y en Jesucristo nos ha redimido; nuestra verdadera felicidad consiste en permanecer en Él (cf. Jn 15, 4). (...) Pero ¿qué es en realidad convertirse? Convertirse quiere decir buscar a Dios, caminar con Dios, seguir dócilmente las enseñanzas de su Hijo, de Jesucristo.

Benedicto XVI, Audiencia general, 21 de febrero de 2007

La conversión es un acto libre y voluntario del ser humano. A lo largo de la historia, muchas personas cristianas han aceptado esta invitación y han dado testimonio de una vida transformada par el Señor.

Ejemplo de esto son:

  • San Francisco de Asís (siglo XII). Un joven burgués y vividor con sueños de nobleza que lo abandono todo para seguir a Jesucristo y construir la Iglesia de los pobres.
  • María Gaetana Agnesi (1718-1799). Fue la primera mujer designada para una cátedra en Matemáticas. Con 21 años quiso entrar en un convento, pero su padre no se lo permitió. Cuando este murió, abandonó su carrera para dedicarse a la teología y a ayudar a los necesitados, posteriormente entró en la orden agustiniana.
  • Oscar Wilde (1854-1900). Escritor irlandés que, a su paso por la cárcel, descubrió a Dios y abrazó su espiritualidad.
  • Charles de Foucauld (1858-1916). En su adolescencia se aparto de la fe, pero con 28 años volvió para seguir los pasos de Jesús y con 43 se ordenó sacerdote. Se marchó a Argelia, al desierto del Sáhara, donde murió asesinado.
  • Flannery O'Connor (1925-1964). Escritora estadounidense que en sus obras aborda la fe católica y la religiosidad de forma muy personal. Con 25 años le diagnosticaron lupus, no obstan te, llevó su enfermedad de forma admirable y con sentido del humor.

En nuestra época, Dios nos habla y actúa a través de los acontecimientos del día a día. Muchas son las personas que siguen respondiéndole y aceptando su invitación. ¿Estás atento a su voz?

Con amor, fe y esperanza

Este proyecto de vida cristiano que nace del encuentro con Jesús debe tener como medida el amor, como guía la fe y como fuerza la esperanza.

  • El amor como medida nos ayudará a conocer si nuestras acciones van por el camino correcto o no. En algunas ocasiones nos encontramos con la dificultad de saber qué opciones seguir o cómo debemos actuar con nosotros y con los demás. Un cristiano puede encontrar la respuesta fácilmente, preguntándose: ¿qué haría Jesús en nuestra situación? Las acciones que definen la vida deben estar llenas de amor: un amor que es imagen del amor que Jesús nos transmitió con sus palabras y sus actos, y que llevó hasta el extremo al entregar su vida por nosotros.
  • Además, este proyecto se debe dejar guiar por la fe. Nuestra fe no es individualista, sino que se comparte en la Iglesia, se celebra en comunidad. Y no consiste en un conjunto de creencias, sino que se hace vida al servicio de los demás. Los cristianos debemos movilizarnos en la lucha por la justicia, la paz y el bien común no porque esté de moda, sino porque somos seguidores de Cristo y nos hemos comprometido a continuar con su misión.
  • La esperanza es la gasolina del cristiano. Ella nos impulsa para superar las dificultades y llegar hasta la meta el Reino de Dios. Esto no significa perder la ilusión de luchar por un mundo nuevo, porque sabemos que con la luz de Cristo nuestras vidas y nuestra sociedad pueden ser mejores que sin ella.

Si queremos que (la vida) tenga realmente sentido y sea plena, como ustedes desean y merecen, les digo a cada uno y a cada una de ustedes: «pon fe» y tu vida tendrá un sabor nuevo, tendrá una brújula que te indicará la dirección; «pon esperanza» y cada día de tu vida estará iluminado y tu horizonte no será ya oscuro, sino luminoso; «pon amor» y tu existencia será como una casa construida sobre la roca, tu camino será gozoso, porque encontrarás tantos amigos que caminan contigo. ¡Pon fe, pon esperanza, pon amor! 

PAPA FRANCISCO, Homilía en la fiesta de acogida a los jóvenes en la JMJ  de Río de Janeiro en julio de 2013 

Guiados por el Espíritu Santo

Jesús comprende que este proyecto es difícil de realizar por nosotros mismos y es por ello por lo que nos promete y envía su Espíritu para que nos ayude a transformar nuestro interior y poder obtener una vida plena.

El Espíritu Santo es el que, desde el Bautismo, nos hace ser y sentirnos hijas e hijos de Dios. Él es un regalo que se nos ofrece, se nos da, nos acompaña y nos guía en nuestras vidas si lo aceptamos y acogemos. Este ofrecimiento lo ratificamos a través del sacramento de la Confirmación. Es en este momento cuando recibimos sus dones y su presencia en lo más íntimo de nuestro ser, provocando en nosotros una nueva vida, estimulándonos y animándonos para llevar un verdadero proyecto de vida cristiana en su existencia.

Bajo el influjo del Espíritu Santo, la persona interior -espiritual- madura y se abre a una nueva vida dirigida por el conocimiento y amor de Dios, de su propio ser y del mundo. Se trata de un conocer esas realidades con los ojos de Dios y amarlas con el corazón de Dios. Así se dilata y se amplía la vida de la persona hasta límites de comunión inefables con Dios, con uno mismo y con el mundo.

Pablo Marti del Moral, Teología espiritual, pág. 154