3º E.S.O.

 DIÁLOGO CON LA CULTURA

La arquitectura cristiana

Los primeros templos cristianos se construyeron tras el Edicto de Milán (313), por el que se proclamó la libertad religiosa en el Imperio romano. Monasterios y catedrales se situaron en lugares estratégicos o en las rutas de peregrinación, por donde se transmitían las novedades culturales y artísticas de cada lugar. Y se impulsaron distintos estilos arquitectónicos a través de la construcción de lugares de culto, edificados según la espiritualidad de cada época: Gótico y Románico en la Edad Media, y Renacimiento y Barroco en la Edad Moderna.

Románico

Hacia el año 1000 la población estaba atemorizada, interpretaban el final del milenio como el fin del mundo. Por ello el nueva sigla se veía como una oportunidad que Dios les daba para reconducir sus vidas. En agradecimiento se construyeron iglesias, abadías y. una novedad, catedrales, en un nuevo estilo artístico que se extendió entre los siglos XI y XIII.

En este contexto Iglesia presentaba a Dios como un juez que nos examina al final de nuestra vida. El pantocrator, acompañado de apóstoles y santos, presidía la mayoría de las portadas de los templos por las que los creyentes entraban abrumados por su poder.

Los espacios interiores estaban poco iluminados debido a las tenues lámparas ya las pequeñas ventanas (saeteras) que apenas dejaban pasar la luz, creando un ambiente de recogimiento. A nivel técnico la arquitectura románica se caracteriza por el uso del arco de medio punto. Los muros y las bóvedas se decoraban con pinturas al fresco y presentan figuras sobrias con poco movimiento.

Gótico

Dos acontecimientos provocaron un cambio de estilo desde la segunda mitad del siglo XII hasta la primera mitad del siglo XV: la reforma de la orden benedictina (Cister), realizada por san Bernardo de Claraval, y la aparición de las órdenes mendicantes (francisca nos y dominicos). Tanto unas como otras predicaban volver a la pobreza evangélica, lo que se reflejo en la edificación de construcciones austeras, con poca decoración. Ya no se muestra a un Dios juez, sino a un Dios que nació y murió por nosotros, un Dios que es la luz del mundo. De este modo las iglesias y catedrales se llenan de luz y de color gracias a las vidrieras, y sus muros se elevan para acercarnos a Dios.

A nivel técnico destaca el uso del arco apuntado, los arbotantes y el rosetón en la fachada principal. Las escenas escultóricas en las portadas se mantienen, pero ya no causan temor. La rigidez anterior da paso al movimiento y la expresividad en los rostros.

Renacimiento

La corriente filosófica humanista de los siglos XIV y XV puso a la persona en el centro del universo, convirtiéndola en medida de todas las cosas. Esta idea, junto con la vuelta al mundo clásico, fue el punto de partida de este estilo artístico que nació en Italia en el siglo XV y se extendió por Europa hasta el siglo XVI. Los edificios pierden altura y buscan la proporción con el ser humano. Se decoran con frescos que cuentan escenas de la Biblia o de la vida de los santos. Las figuras persiguen la armonía y la belleza, aportando serenidad al espacio. Es la visión del Dios Creador que sitúa a la persona por encima de todo.

A diferencia de los arquitectos anónimos medievales, los de esta época tienen nombre propio, como Brunelleschi o Miguel Angel. La Iglesia se convierte en la gran mecenas y se acometen proyectos de gran monumentalidad, como el Vaticano.

Barroco

Con el Concilio de Trento (1545-1563) se inicia la Contrarreforma para combatir la Reforma que impulsó Lutero, Con ella se reivindica la identidad del catolicismo frente al protestantismo. Esto se traduce en un nuevo estilo artístico, que comienza en el siglo XVII y llega hasta la primera mitad del siglo XVIII, y que pone el acento en las diferencias entre las dos religiones: la Eucaristía y los santos, por ejemplo. Por ello las cabe- ceras de las iglesias se convierten casi en escenografías con el sagrario como protagonista, ya que allí se guarda el cuerpo de Cristo. En los espacios se busca la espiritualidad y la teatralidad. Lo primero a través del movimiento y la altura de los elementos arquitectónicos como las columnas, que dirigen nuestra mirada hacia arriba. Lo segundo por medio de la decoración, que poco a poca se vuelve recargada y excesiva, Las escenas que decoran los muros nos recuerdan que esta vida es corta y que hay que aprender de Jesús, la Virgen y los santos a vivir de forma cristiana para ir al cielo y no al infierno.