3º E.S.O.

Unidad 2. Las personas y Dios


ÍNDICE

Unidad 2. Las personas y Dios

 Introducción, Dios en todas nuestras acciones

 1. La revelación de Dios

1.1. La revelación al pueblo de Israel

1.2. De la revelación a Abrahán a Moisés

1.3. Los jueces y los reyes de Israel

1.4. Los profetas

  2. Dios en nuestras acciones

2.1. Justicia y generosidad

2.2. El dolor humano

2.3. La bondad a nuestro alrededor

 
INTRODUCCIÓN

En esta unidad, veremos cómo para los cristianos Dios se ha revelado a los hombres a lo largo de la historia a través del pueblo de Israel, el escogido para transmitir su palabra a la humanidad entera. La revelación al pueblo de Israel no es un hecho o fenómeno momentáneo, sino que se fue desarrollando a lo largo de la historia y del tiempo a través de distintos lugares, personas y eventos. Esta revelación comienza con Abrahán y continúa a lo largo de la historia del pueblo de Israel. Para los judíos, esta revelación todavía continúa, mientras que para los cristianos su culminación se produjo con la venida Jesucristo, que reveló a la humanidad la imagen plena del Padre.

En todo caso, la revelación de Dios y su hacer son para los cristianos elementos activos, del día a día. Su mano es visible en nuestras acciones, en nuestras emociones, en nuestra bondad y en nuestra generosidad. En la segunda parte de esta unidad, analizaremos y reflexionaremos sobre el papel de Dios en nuestro día a día y cómo está presente en el dolor y el sufrimiento, pero también en la bondad.


1. LA REVELACIÓN DE DIOS


1.1. La revelación de Dios


Para judíos y cristianos, el inicio de la revelación de Dios a la humanidad comienza en el Génesis, con Abrahán. En los escritos, Abrahán aparece como un hombre justo que escuchaba siempre a dios y estaba dispuesto a obedecerle en todo, incluso a entregarle a su hijo Isaac en sacrificio. En este inicio de la revelación, Dios se muestra fiel a sus promesas, duro pero justo.

Abrahán y su mujer Sara eran mayores y no tenían hijos, lo cual preocupaba a ambos. A pesar de ello, por su fidelidad, Dios prometió a Abrahán una tierra y una descendencia más numerosa que estrellas en el cielo y la arena en el mar, y cumplió su promesa.

Abrahán no forma parte únicamente del judaísmo y del cristianismo, sino que es un modelo de hombre de fe para las tres grandes religiones del libro (judaísmo, cristianismo e islam). Se trata del primer gran patriarca de todas estas religiones. Para los judíos, de Abrahán desciende el pueblo entero de Israel. Según la tradición, Jacob, nieto de Abrahán e hijo de Isaac, suplantó a su hermano Esaú para que Isaac le diera su bendición y sucederle como patriarca. Esaú al enterarse del engaño lo trató de matar y Jacob huyó al desierto. Allí, Dios le cambió el nombre por Israel y de sus doce hijos surgieron las doce tribus de Israel. Uno de ellos, José, fue vendido por sus hermanos como esclavo y conducido a Egipto a donde le siguió gran parte del pueblo de Israel.


1.2. De la revelación a Abrahán a Moisés


A pesar de que originalmente, José, bisnieto de Abrahán que había emigrado a Egipto, había conseguido acercarse al faraón, cuatrocientos años después su pueblo y sus descendientes se habían convertido en esclavos. A pesar de ello y del tiempo transcurrido, seguían siendo fieles a Dios. Por ello, la revelación de Dios a su pueblo continuó, en este caso, enviando a Moisés.

El origen de Moisés

El año del nacimiento de Moisés, el faraón había ordenado que todos los hijos varones de los israelitas que nacieran fueran sacrificados. Sin embargo, la madre de Moisés lo puso en un cesto en el Nilo para salvarlo. El cesto siguió río abajo hasta que fue encontrado por una princesa egipcia que lo adoptó como un hijo y lo crió como un príncipe de Egipto. Moisés creció y, con el tiempo, supo de su verdadero origen, por lo que dejó el palacio de los faraones y huyó al desierto, donde Dios se le reveló en forma de zarza ardiente y le dijo que había escuchado el clamor de su pueblo y quería que volviese a Egipto a liberarlos.

En ese momento, Dios se manifiesta como el Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob ya que, al preguntarle Moisés por su nombre, Dios le dijo que era Yavé, “el que soy”. Moisés, fiel a Dios, cumplió con lo que le había pedido y con su ayuda liberó al pueblo de Israel y lo llevó a la Tierra Prometida. Es en este momento en el que Dios se revela a su pueblo en el segundo libro de la Biblia, el Éxodo, como un Dios que libera, un Dios salvador.

Además, en el camino hacia la Tierra Prometida, Dios entregó a Moisés y a su pueblo la ley que deberían seguir, los Diez Mandamientos. Con ellos, no solo les liberaba del yugo egipcio, sino que también Dios liberaba a su pueblo del pecado. Esta revelación es, para los cristianos, un anticipo de la plena salvación de toda la Humanidad que llegará con Jesucristo. Esta segunda etapa de la revelación de Dios a su pueblo y a la humanidad, termina con la llegada del pueblo de Israel a la Tierra Prometida, mostrándose un Dios que además de salvador, cumple de nuevo sus promesas.



1.3. Los jueces y los reyes de Israel


Con la llegada a la Tierra Prometida y sin que Moisés pueda entrar en ella, las doce tribus de Israel se reparten el territorio y se enfrentan a los pueblos que allí habitaban y a sus dioses. Para gobernar al pueblo de Israel se nombran distintos jueces, caudillos que deben juzgar, organizar y gobernar a su pueblo. Entre los más conocidos se pueden señalar dos jueces, Sansón y Gedeón. Sansón, que fue juez durante veinte años era famoso por su fuerza, que residía en su larga caballera. Su mujer le traicionó y le reveló el secreto de su fuerza a los filisteos, un pueblo enemigo. Tras cortarle el pelo mientras dormía, los filisteos le apresaron. Sin embargo, su pelo volvió a crecer y lo mismo ocurrió con su fuerza, por lo que le ataron a dos columnas. Sansón, recobrado plenamente tiró las dos columnas y venció a los filisteos. Gedeón, otro juez de Israel hizo famoso porque venció a un gran ejército de madianitas, otro pueblo, con tan solo 300 hombres.

La era de los jueces también fue una época de división en el pueblo de Israel. Por ello, pidieron a Dios que les concediera un rey como los otros pueblos a los que se enfrentaban. Así, Samuel, último juez de Israel, ungió a Saúl como primer rey, iniciándose la monarquía. A Saúl, le sucedieron dos grandes reyes de Israel, David y Salomón. El rey David siendo un niño luchó contra el gigante Goliat y le venció, engrandeciendo Israel. Por su parte, Salomón fue considerado el rey más sabio, justo y fiel de Israel. Es famoso por ser el rey que construyó el templo de Jerusalén.

Juicio del rey Salomón

Se trata de uno de los fragmentos de la Biblia más conocidos y citados. Narra la historia de dos mujeres que se presentaron ante Salomón. Una de ellas portaba un bebé muerto, mientras que la otra llevaba bebé vivo. Ambas defendían que su hijo era el vivo y que la otra se lo había quitado o quería quitar. Después de discutirlo y no encontrar una solución, el rey Salomón les dijo a las madres que para ser justos dividiría al bebé vivo y lo repartirían. Mientras que la primera de las madres lloró y pidió al rey que no lo hiciera, que se lo entregara a la segunda, pero que no lo matara, la segunda estuvo conforme con la repartición del rey. Así, el rey Salomón supo que la madre del bebé vivo a la que había que entregarlo era la que prefería que lo tuviera la otra madre antes que verlo muerto.

Sabías que...

Todas las monarquías europeas cristianas se basaron en la Biblia. Por ello, según sus biógrafos todos los reyes son descendientes de una u otra forma, del rey David. Es más, tras las cruzadas en época medieval, se creó el reino de Jerusalén, del que muchas monarquías se consideraban herederas. En la actualidad, aunque varias familias reales tienen pretensiones sobre este título, la más conocida es la familia real española. Por ello, Felipe VI es, además de rey de España, rey de Jerusalén, aunque se trata de un título nominal y no tiene ningún poder en esos territorios.


1.3. Los profetas


La última de las revelaciones de Dios se hizo a través de los profetas. Se trata de numerosos sabios escogidos por Dios que, a lo largo del tiempo, hablaron en su nombre al pueblo de Israel.

Aunque en ocasiones estos profetas podían anticipar qué iba a ocurrir en el futuro, su misión principal era la de evitar que el pueblo de Israel cayera en el pecado, salvándolo de sus consecuencias y ayudando a que volvieran a tener fe en el Dios que se les había revelado. Por ello, los profetas señalan las malas acciones de los israelitas y les invitan a arrepentirse anunciándoles la venida del Mesías que Dios iba a enviar para salvarles de sus pecados.

Por la extensión de los libros que aparecen en la Biblia distinguimos entre profetas mayores (Isaías, Jeremías, Exequiel y Daniel) y menores (Oseas, Amós, Nehemías, etc). Cada profeta es famoso por distintas razones. Por ejemplo, Isaías fue uno de los profetas que anunció la llegada del Mesías, como un descendiente del rey David, en el que identificamos a Jesús. Otros, como Jeremías, profetizaron otros eventos, en este caso, la invasión de los babilonios, la destrucción del templo de Salomón y la cautividad en Babilonia.

Para los cristianos, el último de estos profetas, el Mesías enviado por Dios para salvarnos de los pecados es Jesucristo. Sin embargo, para judíos y musulmanes, Jesucristo es un profeta más. Para los judíos, el Mesías anunciado por profetas como Isaías todavía no ha llegado, mientras que para los musulmanes el Mesías prometido fue Mahoma.


2. DIOS EN NUESTRAS ACCIONES


2.1. Justicia y generosidad

Justicia y generosidad para el cristianismo son dos elementos relacionados. Se trata de dos de los grandes fundamentos de la religión cristiana. Al fin y al cabo, Jesús siempre fue justo y, para serlo, fue también generoso pues estuvo del lado de los necesitados, de los pobres y de los desvalidos.

Sabías que...

Para el pensador Tim Keller, existe una unión de ambos elementos llamada la “Justicia generosa”. Para este autor, la gracia de Dios es la que hace justos a los cristianos, pero también la que los hace generosos. Así, según este autor, en ocasiones, los cristianos somos justos o generosos, pero nos olvidamos de los evangelios y en otras nos centramos en los evangelios y nos olvidamos de ser justos y generosos. Ahí es donde se hace necesaria la gracia de Dios y donde verdaderamente se hace presente.

En los Diez Mandamientos que Dios entregó a Moisés en el Sinaí se recogen las normas básicas para una convivencia fraterna entre las personas. El ser humano, dotado por Dios de libertad puede escoger entre hacer el bien o el mal. Sin embargo, para que la armonía reine entre los hombres, esa libertad debe tener unos límites y orientarse hacia lo justo, lo bueno. De otro modo haría imposible una convivencia en paz. De ahí que fueran necesarios 10 mandamientos fundamentales. En ellos, el respeto a los demás, es decir, a su vida, bienes, opiniones y creencias es imprescindible para que este mundo cambie y se parezca más a lo que Dios quiere, es decir, in mundo en el que reine la paz, la justicia y el amor.

Jesús, perfeccionando los 10 mandamientos nos pide además generosidad. “Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo que no hagáis frente al que os hace mal: al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra. Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto; y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él. Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.”



2.2. El dolor humano

El miedo al dolor y al sufrimiento es constante en la historia de la humanidad. Al fin y al cabo, se trata de un sentimiento humano. Y sin embargo, en ocasiones el dolor humano adquiere tal magnitud que se convierte en sufrimiento. El dolor puede ser físico, pero también puede ser espiritual o, lo que es más habitual, puede ser de ambos tipos.

Uno de los mayores problemas de las religiones ha venido a la hora de explicar el sufrimiento y el dolor humano. En otras palabras, responder a la pregunta de por qué Dios permite la existencia de ese dolor en un mundo que ama. Para los cristianos, Jesucristo sufrió en la cruz y gracias a ello, el sufrimiento que aceptamos con fe tiene elementos de redención, se une al sufrimiento en la cruz. De ahí que en muchas ocasiones sean aquellos que más sufren los más cercanos a Dios, los que más creen y tienen más fe.

Juan Pablo II se dirigió a los que sufrían diciendo: “Os pedimos a todos los que sufrís que nos ayudéis. […] En la terrible batalla entre las fuerzas del bien y del mal que el mundo contemporáneo nos presenta, que vuestro sufrimiento venza en unión con la cruz de Cristo”.

En todo caso, como ocurre con todos los sentimientos humanos, el dolor y el sufrimiento son subjetivos. Y, si bien todos hemos sufrido y padecido dolor, es muy complicado valorar el de los demás y compararlo. A veces, un segundo de nuestro dolor parece mayor que años de sufrimiento para otra persona. Y sin embargo, el cristiano debe compadecerse y ayudar al que sufre como hizo Jesús.

2.3. La bondad a nuestro alrededor

Dios es “summum bonum”, es decir, la bondad más grande. Así pues, pudiendo elegir entre el bien y el mal, entre la bondad, la justicia y la generosidad, o la maldad, la codicia y el enfrentamiento, Dios se ha revelado a todos nosotros y se muestra diariamente en la bondad del ser humano, las acciones buenas, la generosidad, la ayuda mutua… En todas ellas la acción divina está presente a través de los humanos. Incluso en los momentos más oscuros de la historia de la humanidad, las acciones buenas y la bondad de las personas se abre paso.

Sabías que...

Existe en Israel un reconocimiento de “Justos entre las Naciones” por el que se reconoce a las personas no judías o extranjeros que han llevado a cabo acciones de bondad, generosidad y justicia sin igual, salvando vivas, protegiendo a los indefensos y ayudando a la humanidad.

Algunos de estos “Justos entre las Naciones” son españoles. ¿Los conoces? Investiga sus nombres y sus hazañas.




Unidad 1. El fenómeno religioso, la búsqueda del infinito


1. Los inicios de la búsqueda del infinito y de la felicidad





2. Las religiones del libro y el sentido de la vida